El docente tiene que saber que las técnicas, métodos, estilos de enseñanza-aprendizaje han cambiado, lo cual indica actualización permanente y evitar la resistencia a la pedagogía necesaria. El docente debe convertirse en orientador, guía, promotor del aprendizaje, el protagonista es el alumno, el aprendizaje debe estar enfocado a los intereses y necesidades del educando; además el aprendizaje tiene que producirse con la participación activa de los docentes. El hecho hace que nos planteemos de un modo distinto tanto las funciones como las tareas que nos veremos obligados a desarrollar en los espacios educativos del siglo XXI.Evidenciamos, cada vez con más claridad, que la información y el conocimiento ya no son dos elementos inseparables a la propia figura y profesión de los docentes. Una serie de herramientas, medios y recursos, básicamente tecnológicos, están asumiendo con demasiada rapidez la tarea de informadores y de depositarios del saber y del conocimiento. Los educadores y enseñantes deberán, pues convertirse en transformadores de la educación mediante la utilización de estas herramientas tecnológicas.
De la misma forma que nos planteamos de qué la irrupción de la tecnología en el ámbito educativo ha incidido o incidirá en la propia concepción de la educación y de la formación, debemos también plantearnos como todo ello influirá en el desarrollo de la profesión docente. Desde luego y por lo anterior planteado la formación del profesorado que deberá ejercer sus funciones en el tercer milenio, debe suponer un claro punto de inflexión entre los avances de la sociedad de la información y las necesidades de los alumnos para su incorporación al contexto en el que deberán desarrollar su vida personal y profesional. El éxito de la aplicación de las Nuevas Tecnologías en el ámbito educativo dependerá, en gran medida, de la actitud y de las competencias del profesor en materia de tecnología.Predecir cuál es la formación en tecnología que requieren o, mejor, requerirán los profesores para el Sistema Educativo del tercer milenio, es una tarea bastante compleja, aún así creo que es importante tener en cuenta cuáles deberán ser las destrezas mínimas de estos profesores a nivel informático y de comunicaciones, para que de ahí se parta para saber si es necesario comenzar el trabajo en TIC´s con ayuda de personas capacitadas en el área computacional porque será importante que el docente comprenda, practique y solucione cuestiones pedagógicas con ayuda de la tecnología, o planee el trabajo pedagógico de investigación con ella para que sus alumnos tengan conocimientos más relacionados con su vivencia diaria.Los avances, sobre todo los tecnológicos, tienden a generar cierto desconcierto, pues el hecho de no dominarlos y el hecho de tener que cambiar los procedimientos, los modos de actuar y la forma de transmisión de conocimiento crea, necesariamente, inseguridad y por implicación lógica resistencia al cambio.
Aún así, plantearnos si la tecnología debe o no entrar a formar parte del diseño curricular que enmarca nuestro acto didáctico creemos que debe escapar a toda duda, otra cuestión será el uso que nos planteemos hacer de ella: como medio y recurso, como mediador-facilitador del proceso de E-A, como variante metodológico o simplemente como apoyo a la tarea docente y facilitador del proceso de formación permanente de éste.
Mi zorrito
ANDAMIO
miércoles, 24 de marzo de 2010
viernes, 26 de febrero de 2010
LA RIEB
Este modelo educativo que se presenta, hoy en día a los docentes, se ha dado desde que se comienza este ciclo escolar por medio del curso de TGA que imparten los directores; y después un diplomado que esta programado en tres partes se da la primera, en el transcurso del primer bimestre y se in forma sobre la labor con esta herramienta.
Se comienza a partir de ubicar el hacer educativo en un mundo en constante y acelerado cambio que afecta nuestras sociedades y provoca la necesidad de nuevos escenarios que satisfagan las demandas y desafíos que trae consigo. La formación de docentes ha sido en todas las épocas de la educación institucionalizada una actividad con problemas específicos, distintos a los de cualquier otra profesión, a la escuela se le pide una nueva función: preparar para vivir y trabajar en un contexto cambiante, turbulento dicen algunos autores, de manera tal que los hombres educados no dependan tanto de un conjunto de saberes, pues ésos tienen un alto grado de obsolescencia, sino de la capacidad de aprender contenidos nuevos sin volver a la escuela y de la capacidad de enfrentar y resolver retos, problemas y situaciones inéditas. Es decir, ahora es clave que los alumnos aprendan a desarrollar procesos cognoscitivos para ser aplicados a situaciones inéditas; y no sólo aplicaciones del conocimiento. Es una nueva función del docente porque no se enseña igual, un conocimiento establecido, probado, comprobado, que una habilidad, una actitud, o lo más demandado ahora por la sociedad, una competencia.
Competencia es adquirir una capacidad. Se puede considerar competencia la aptitud para trabajar en equipo, la capacidad de iniciativa y la de asumir riesgos. Estas no sólo se aprenden en la escuela; resultan también del empeño y desempeño del trabajador que por sus cualidades innatas o adquiridas subjetivas, combinan los conocimientos teóricos y los prácticos que lo llevan a adquirir la capacidad de comunicarse, de trabajar con los demás, de afrontar y solucionar conflictos, de mejorar la aptitud para las relaciones interpersonales. Ya no basta formar docentes capaces de trabajar en escuelas para todos, con grupos numerosos, y orientadas en términos generales para formar profesionales liberales. Ahora la sociedad pide formar docentes capaces de facilitar en los alumnos aprendizajes para la vida, para ser personas, para un oficio y, sobre todo, alumnos capaces de aprender por sí mismos.
Los nuevos tiempos, el cambio de época según algunos, exigen del docente nuevas funciones. Ya no es argumento la característica de "no salir de la escuela" para evitar en la formación del docente los elementos de práctica, subjetividad y pensamiento necesarios para que los formandos adquieran competencias y también dominen así la capacidad de formar en competencias a sus futuros alumnos.
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